¡Vamos con Puerto Rico “Isla Del Encanto”!
Empezamos nuestro recorrido visitando San juan, la capital. Primero la zona playera de Isla Verde, pero enseguida nos dirigimos al Old San Juan, más pintoresco e interesante por sus edificios históricos y por su fortaleza.
Dentro de San Juan callejeamos por La Perla, un barrio de San Juan que está situado junto al mar. Entramos de manera inocente, paseamos tranquilamente y sacando fotos. Al salir nos dijeron que no deberíamos haberlo hecho: «es la zona más peligrosa de la isla y la policía ni se acerca…».
Salimos de San Juan hacia el Este y paramos a pegarnos un baño y comer algo en Loiza, una zona con largas playas y mucho chiringuito. Al ser temporada baja (por el calor, las lluvias y los huracanes) no había casi oferta de alojamiento por la zona y acabamos durmiendo en un chamizo de Luquillo.
Ya que el calor y el Jet Lag no nos dejaban dormir, y cansados de dar vueltas en la cama, nos levantamos para ver el amanecer desde la playa, y nos encontramos con que en las calles había (literalmente) 4 gatos (vale, eran cinco), dos perros y un potrillo…
La siguiente parada fue en El Yunque, un parque natural enorme y uno de los lugares más lluviosos del mundo, lo que favorece la exuberante vegetación. También es un lugar ideal para ver todo tipo de pequeños reptiles, aunque de la sensación de ser territorio de dinosaurios…
Recorrimos la costa Este casi sin parar cruzando pueblos con mucha gente y mucho tráfico, como Fajardo o Naguabo. Una vez en Yabucoa la cosa cambió y apareció la 901, preciosa carretera panorámica, que nos llevó hasta Maunabo.
Pero ¡ojo!, no todo es paradisiaco en Puerto Rico. También es muy habitual encontrarse peleas de gallos, perros abandonados, basura tirada en la calle y vertederos de todo tipo al borde de la carretera.
Nos dirigimos a Aibonito cruzando la cordillera central de la isla, a través de una carretera panorámica super estrecha y con mil curvas, en la que los camiones van como locos. La vegetación, que cubre absolutamente todo, creaba un paisaje espectacular, pero no había dónde parar a disfrutarla.
Aibonito, conocida como ‘la ciudad de las flores’, es el centro comercial de la zona y donde se concentran los estudiantes del centro de la isla. Llegamos a la hora del recreo y el centro del pueblo está tomado por alumnos uniformados.
Continuamos hacia Ponce pero elegimos la ruta más larga para pasar por el bosque Toro Negro y por Cerro de Punta, el punto más alto de la isla. ¿Por el camino? Mucha vegetación y alguna que otra iglesia…
Ponce es la ciudad más importante del sur de la isla y como pasa en todas las ciudades grandes siempre hay algún museo interesante para visitar. Nosotros elegimos el ‘Museo Parque de Bombas’ (bomberos) y el ‘Museo de la música Puertoriqueña’.
Yauco, nuestra siguiente parada es famoso únicamente por su monumento a la planta del café y por su arquitectura que recuerda por su colorido y diseño, al sur de EEUU (una mezcla entre Miami y Nueva Orleans). Atentos a la marca de sangria que promocionan en la cuarta foto.
Aunque dejamos de lado la playa de Gúanica y La Parguera, sí nos detuvimos en la ‘ruta extraterrestre PR303’ para intentar divisar, sin éxito, algún OVNI… El siguiente destino fue la península de Cabo Rojo, para ver el faro ‘Los Morrillos’, situado en la península del fin del mundo.
La costa de Rincon con el ‘Faro de Costa Higueras’ como referencia es una zona bonita y muy recomendable para visitar por sus playas, pequeñas calas… y faros 🙂
Una de las cosas más características de Puerto Rico es su mezcla: de idiomas, de culturas… o de negocios. Es fácil ver convivir un vendedor de cocos fríos con un curioso Burger King. O una oficina móvil del United States Post Office con una peculiar «guardería.
Tras dejar la costa nos metemos de lleno de nuevo entre montañas donde nos esperan dos de los males que azotan la isla en agosto: las trombas de agua y los mosquitos, que nos acribillan.
Afortunadamente encontramos refugio de todo en la ‘Hacienda Juanita’ de Maricao. Situada en mitad de la selva, dentro de un cafetal, es un casa de huéspedes perfecta para disfrutar del fresco de la montaña desayunando, comiendo o cenando en su estupenda terraza.
No paraba de llover, así que nos saltamos (por ahora) Camuy, y nos dirigimos a la extensa Arecibo donde visitaremos el observatorio en la montañas (el de Contact o Goldeneye), y el parque del faro y los piratas en la costa.
Al ver que el tiempo no tenia pinta de mejorar, en vez de esperar, decidimos arriesgar y hacer un nuevo intento y nos acercamos a las cavernas de Camuy. Las fotos no hacen justicia pero la verdad es que son impresionantes.
Un poco aburridos de las trombas de agua decidimos escaparnos a Vieques, una isla situada al Este de Puerto Rico, para pasar allí unos días y nadar en su mundialmente famosa bahía bio-luminiscente. Así que cogimos un avión para llegar hasta ella.
Las vistas durante el vuelo son espectaculares. El aeropuerto de Vieques, igual no tanto…
En la isla no hay demasiado que hacer, así que alquilamos un Jeep y nos dedicamos a recorrer playas y más playas. Cuando llega la noche vamos a Bahia Mosquito donde por una reacción química que producen los dinoflagelados, al agitar el agua al nadar, se ilumina…
Y tras la mini escapada, llegó la hora de abandonar Vieques y de abandonar Puerto Rico, con la sensación agridulce de que sin ser una mala opción, no hay nada en la isla que la haga inolvidable…
